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A DAY IN THE LIFE

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Hoy tengo un A Day in the Life muy muy especial porque es de una lectora que estando en Perú se lanzó a contarme su increíble rutina como profesora en un colegio en Piura, donde la vida se mide en otros términos y las emociones humanas están a flor de piel. Bienvenidos a la rutina de María y todas sus impresiones sobre el caótico tráfico, la increíble comida peruana, el choque del tercer mundo y las diferencias de un idioma igual pero distinto... 
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¡Hola! Soy María. Estudio magisterio de primaria y tengo 22 años. Aunque vivo en Madrid, en febrero comencé una nueva aventura: hacer las últimas prácticas de la carrera en Piura, una ciudad al noroeste de Perú. 


6.45 am: ¡Todo el mundo arriba! En Piura la vida empieza temprano para aprovechar las horas más frescas (dejémoslo en que son las de menos calor :D). Y es que Piura se conoce como “la ciudad del eterno calor”. Estamos viviendo el verano más largo de nuestras vidas. ¡Hasta los colegios comenzaron el curso una semana más tarde que en el resto del país esperando a que bajaran un poco las temperaturas!

En casa vivimos cinco: cuatro estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid (las dos Lauras son profesoras de infantil y Lucía y yo de primaria) y Pascu, una señora peruana que cuida de nosotras y nos cocina comida peruana. La fundación con la que firmamos el convenio tiene alquilada esta casa y los extranjeros que venimos a hacer distintos proyectos siempre tienen aquí su “refugio”. Vivimos en una zona bastante buena y muy cerquita de la Plaza de Armas. De hecho, desde nuestra estupenda terraza tenemos vistas a la catedral.



7.40 am: Liz, nuestra taxista, nos espera para llevarnos al cole. En Perú hay muchísima variedad de medios de transporte: taxis, combis, motos lineales, mototaxis (como los tuk tuk en la India), colectivos (taxis compartidos)… Todos muy baratos comparados con el precio de Madrid. 

Sobre el tráfico: el tema del tráfico en este país es una de las cosas que más me ha sorprendido y al que aún no me acostumbro. En Piura casi no hay señales de tráfico ni semáforos; las calles son de dos o tres carriles (sin pintar); y, por lo general, en lugar del intermitente los conductores sacan el brazo para indicar (si lo hacen) hacia dónde se dirigen; o tocan el claxon en vez de frenar (el primero que pita tiene preferencia en los cruces). Lo de cruzar la calle (incluso por el paso de cebra) es jugarse la vida, ¡porque te pitan y no paran! Creo que tienen un sexto sentido especial para la conducción, pues no entiendo cómo no hay más accidentes cada día con ese caos. Al final todos se entienden.


8.00 am: Empiezan las clases en el colegio. Doy clase en sexto grado y tenemos matemáticas. Para introducir el tema que vamos a empezar a trabajar, tienen que resolver de forma gráfica y numérica una situación problemática en grupo. Posteriormente siempre hay un representante del grupo que sale a exponer el proceso y el resultado. La verdad es que lo hacen muy bien y muy tranquilos, y a la vez que aprenden unos de otros y se corrigen, también se acostumbran desde la escuela a hablar en público y hacer presentaciones (¡qué bien me hubiera venido a mí, que lo pasaba fatal cuando tenía que exponer mis trabajos en los primeros años de universidad!).

Sobre los asentamientos humanos: el colegio se encuentra en uno de los asentamientos humanos de la ciudad. Son como barrios que se han ido formando a partir de la llegada de personas que se asentaron en el lugar y construyeron sus casas. Al principio con una especie de rafia y posteriormente, cuando vieron que el gobierno no les echaba, con cemento y ladrillos. Posteriormente han llegado el agua y la electricidad a este asentamiento, aunque los más nuevos (como en los que se encuentran algunas de las ludotecas a las que vamos por las tardes) no tienen tanta suerte.

Sobre la pobreza: es un colegio estatal y los alumnos proceden de familias con pocos recursos. Muchos son niños difíciles, pero me he dado cuenta de que lo único que necesitan es apoyo y mucho cariño. Sus historias me ponen los pelos de punta, pues muchos ven y viven situaciones de violencia cada día en su entorno más próximo. Conseguir que se sientan motivados por aprender cada día es un reto; pues no sólo hay que luchar contra la grave falta de recursos con la que tiene el centro (el día que llegamos faltaban puertas en muchas clases y no había pupitres para todos los alumnos), sino también contra una sociedad que no se ha dado cuenta aún de la importancia de la educación en el futuro de las personas.


10.30 am.¡Recreo! Media hora de descanso en la que normalmente charlamos y jugamos con nuestros alumnos. Me gusta que me cuenten sus historias, además de que a ellos les gusta sentirse importantes y escuchados. Pero sobre todo, les gusta preguntar: sobre España, sobre el fútbol, sobre mi vida allí, mi familia y amigos… Para muchos es la primera vez que tienen contacto directo con extranjeros, y todo les sorprende y apasiona.  ¡Mis ojos azules nunca han causado tanta expectación!

Sobre las diferencias del idioma: otra cosa que también les sorprende mucho es nuestra forma de hablar. Dejando de lado el hecho de que a principio de curso nos confundieron con las profesoras de inglés y nos saludaban en inglés, muchos nos piden que les enseñemos a “hablar español”. Es divertido ver cómo un idioma puede llegar a ser tan distinto hasta el punto de que los primeros días mis alumnos no me entendían. Decían que hablaba “raro”, muy rápido, y con la lengua fuera (cuando pronunciamos la “c”). Palabras como “vale”, “andar” o “majo” ya las han aprendido. Y nosotras ya hemos incorporado a nuestro vocabulario otras tantas como “chelas” (cervezas),


11.00 am. Después del recreo nos encargamos de la biblioteca. Cuando llegamos era una sala llena de libros de texto, sin apenas literatura infantil y que se usaba básicamente como almacén. Poco a poco la hemos limpiado y decorado con varios carteles que hemos pintado, hemos catalogado libros de literatura que han ido llegando, y ahora ya parece más una biblioteca.


12.30 pm:¡A comer! Cuando llegamos a casa Pascu ya nos ha preparado la comida. Hoy toca: pescado y yuca frita, que sabe parecida a las patatas fritas. Incluso mejor :) 

Sobre la cocina peruana: la cocina peruana está muy de moda y los peruanos muy orgullosos de ello. No me extraña. ¡Está buenísima! Aunque nos ha costado un poco acostumbrarnos a eso de comer arroz con todo, lo cierto es que tienen una gran variedad de platos típicos. ¿Mis favoritos? El ceviche, la causa, las papas rellenas, la papa a la huancaína o el ají de gallina (a Pascu además le sale buenísimo).

Antes de irnos a las ludotecas, un rato de estudio: para que la universidad nos convalide las prácticas, al igual que nuestros compañeros en Madrid, tenemos que hacer un informe de prácticas (como una especie de diario en el que ir reflexionando sobre el día a día en el colegio y las situaciones a las que nos vamos enfrentando) y el TFG. A veces hace tanto calor en casa que nos damos un “lujo” y vamos a d’Pauli (definida por los piuranos como la mejor pastelería de la ciudad) a tomarnos una tarta o un zumo y aprovechamos para tener mejor conexión y aire acondicionado ;)


15.45 pm: Cojo la combi hacia la ludoteca. Como ya os he comentado, son una especie de microbuses (a veces furgonetas tuneadas) que siguen rutas determinadas (aunque sin horarios) en las que te puedes subir y bajar en cualquier punto, y cuestan siempre un sol (menos de 30 céntimos de euros, vayas donde vayas). En ellas siempre hay, además del conductor, un chico que va cantando las paradas y el destino, con medio cuerpo fuera y metiendo prisa cuando alguien sube o baja porque legalmente sólo pueden parar en los lugares establecidos

Las ludotecas se encuentran también en asentamientos humanos, aunque estos, como podéis ver, son bastante peores. Donde me deja el autobús es una zona que sirve como vertedero cerca de la carretera. Las casas son todas bajas y muy precarias, y a veces algunos niños vienen descalzos. Las ludotecas en las que participamos como voluntarias pertenecen a una red que coordina el gobierno regional de Piura. Funcionan gracias a la participación de voluntarios y a donaciones de diversas organizaciones que envían juguetes, libros y diversos materiales. Sin embargo, la situación de muchas de ellas no es muy buena: esta de hoy cuenta únicamente con una bolsa de juguetes, no hay mesas ni sillas, y no tiene un local en el que poder desarrollar las actividades. Ese poco material se guarda en la casa de la coordinadora, y jugamos en su porche o en el descampado de arena que hay frente a ella.


Sobre el choque con el tercer mundo: cuando llegamos empiezan a salir de las casas de alrededor los niños y se van acercando, algunos un poco tímidos al principio, pero siempre con una sonrisa y ganas de jugar. En algunas de las zonas que hemos visitado las condiciones son tan malas que los niños incluso tienen sarpullidos o problemas en la piel. Es aquí cuando te das cuenta de que no es sólo cosa de los documentales. El tercer mundo existe; es real y tiene nombres y apellidos. Es duro darse cuenta de que en tres meses no podemos cambiar el mundo, pero por lo menos nos queda la certeza de que el tiempo que hemos estado con ellos lo han disfrutado y han sido lo que tienen que ser: niños.


19.00 pm: Después de la puesta de sol desde la terraza (uno de mis momentos favoritos a lo largo del día)… ¡Al gym! A quemar la poca energía que nos queda. Por suerte está cerca de casa y no nos da tanta pereza ir todos los días. Es otro de esos pequeños lujos que no todos pueden permitirse: cuesta lo mismo que en España.

Sobre el sobrepeso: en Perú hay muchas personas con sobrepeso. La alimentación se descuida bastante en cuanto a variedad de grupos de alimentos y se toma (cuando se puede) mucha cantidad. Además, el deporte no es una práctica asentada entre la población y no se promueve en las escuelas. ¿Os podéis creer que en las escuelas de menos de 15 aulas de primaria son los padres los que pagan al profesor de Educación Física si quieren que sus hijos hagan esta asignatura?

21.00 pm: Los días son duros y no paramos ni un momento, así que a estas horas sólo nos quedan fuerzas para una ducha, cenar, y una charla en la terraza antes de dormir.


Tras tres meses aquí me doy cuenta de lo mucho que he aprendido y experimentado en tan poco tiempo. Es una experiencia única y de la que, a pesar de tener momentos duros, estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de vivir. Me quedo con la gente y todo lo que he aprendido de ellos, que es sin duda mucho más de lo que yo haya podido enseñar. Compartir cuando no se tiene nada; dar cariño y sonreír de la manera más sincera; hacer sentir como en casa a personas que vienen de muy lejos; luchar contra cualquier adversidad a favor de la educación de los niños; sentir de verdad; reflexionar sobre la injusticia en el reparto de recursos; trabajar duro por el futuro; creer en aquellos a los que todos han dado por perdidos (y que te demuestren que son capaces de todo con cariño y un poco de apoyo); son algunos de los aprendizajes que me llevo en la maleta y que no se enseñan en las aulas de la universidad. Por suerte son cosas de las que nunca se tiene sobrepeso ;) Me alegro mucho de haber venido y aunque me queda poco tiempo aquí me voy con unas ganas enormes de seguir poniendo mi granito de arena para cambiar el mundo a través de la educación.

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Un millón de gracias María por compartir tu rutina y también por dejar tu gotita de contribución en el mundo (una de tantas!) e inspirarnos a todos! Crack! 

p.d: A Day in the Life cuenta ya con muchos países y ciudades: Luxor (Egipto), Pekín (China), Phnom Penh (Camboya), Milán, Helsinki, Toledo y Madrid.
p.d 2: hoy aparezco en el blog In Fashion With You junto a dos viajeras hablando de mis lugares de vacaciones favoritos en una entrevista por si os apetece echar un vistazo! :)



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