New in the jukebox
Aunque parezca mentira, cortarse el pelo está íntimamente relacionado con la autoestima de chicos y chicas. Es un factor de angustia entre los hombres que se quedan calvos y motivo de orgullo entre los que tienen una robusta línea capilar en primera línea de playa. Lo es para las que lo tienen como una tabla y lo quieren rizado, para las que llevan años deseando que crezca.
Yo llevaba más de diez años sin atreverme a hacer una variación en mi largo. Siempre lo mismo: sanear las puntas ¡pero sólo dos dedos! Muchas veces he querido probar algo diferente, lanzarme y cortármelo pero al final siempre me echaba atrás por unas cosas o por otras: que si a mi novio no le gustaba, que si había esperado mucho para tenerlo así de largo, que lo tenía muy bonito, que mejor ir a lo seguro... Inseguridades, inseguridades e inseguridades.
Este año, sin pensarlo dos veces, me he atrevido a dejármelo tan corto como cuando tenía 10 años. Porque me apetecía un cambio, porque el pelo al final sólo es pelo y yo sigo siendo la misma lo lleve como lo lleve. Cuando me vi sentí un subidón como el que da cuando te haces tu primer tatuaje y te crees la más malota del planeta. Estar guapa era lo de menos. Sentía como si hubiera desafiado a alguien, como si me hubiera saltado una norma, una norma que yo misma me había autoimpuesto. Fue la leche mandarme a tomar por saco.
Dicen que a veces un cambio físico ayuda también a un cambio de mentalidad y yo también lo creo. Es una buena señal de autoestima y de curiosidad. Quizá no sea sólo mi pelo el que crezca fuerte y sano en los próximos meses.
Lo importante es que estoy encantada y clavadita a Alexa Chung. ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?
Ya sabía yo. :)
p.d: despéinate.